Un paso más cerca de durar más: La epigenética como arma frente al envejecimiento
¿Alguna vez te has preguntado cómo sería si pudiésemos parar el tiempo y detener el envejecimiento?
Quizás ya estás al tanto de todos los remedios que existen actualmente para combatir los signos de la edad.
Pero, quizás, no has oído hablar aún de la epigenética como método eficaz en contra del envejecimiento.
¡Sigue leyendo para descubrirlo todo!
Escrito por Miguel Ángel Aparicio Jiménez, biólogo y docente del área de sanidad de INESALUD.
Epigenética: cómo funciona nuestro genoma
Cuando hablamos de evolución, automáticamente puede que nos venga a la cabeza la imagen de Charles Darwin. Y no es de extrañar, ya que sus teorías sentaron precedentes y dieron origen al Neo-Darwinismo. Los principios de esta corriente se basan en la premisa de que las mutaciones aleatorias son el motor de la evolución cuando ofrecen una ventaja al organismo en un ambiente determinado.
Hasta aquí todo correcto, pero la investigación en epigenética ha demostrado que las teorías de Lamarck, que defendían la herencia de los caracteres adquiridos, tienen un gran sentido. De hecho, desde el punto de vista epigenético, el ambiente provoca cambios en las marcas epigenéticas que son perfectamente heredables a las siguientes generaciones, sobre todo cuando se producen en las células germinales.
El envejecimiento desde un punto de vista epigenético
El envejecimiento es un procedimiento normal en la mayoría de los seres vivos (y sí, digo la mayoría porque existen algunos que no envejecen y que incluso podrían ser considerados inmortales). El proceso de envejecimiento está fuertemente ligado a nuestra genética.
El principal motivo por el que envejecemos es el acortamiento de los telómeros, no obstante, los cambios en los patrones de las marcas epigenéticas pueden también acelerar este proceso que, aunque inevitable, sí que se puede retrasar.
Muchas enfermedades, como el cáncer, enfermedades metabólicas, neurodegenerativas o autoinmunes entre otras tienen su origen en cambios en los patrones de metilación del ADN, o nivel de acetilación y metilación de las histonas próximas a determinados genes.
Puede que tengas la sensación de que lo que te he contado al principio de este artículo no tiene relación con el tema principal del mismo, pero nada más lejos de la realidad. Si tenemos en cuenta que los factores externos pueden provocar cambios en las marcas epigenéticas y que muchas enfermedades asociadas al envejecimiento están moduladas por estas, no es de extrañar que nuestros hábitos de vida condicionen enormemente la aparición de estas enfermedades. Si comes bien, si haces ejercicio, y si llevas una vida alejada del estrés, posiblemente tardes mucho más en envejecer, durarás más años y tu proceso de envejecimiento sea mucho más saludable.
Cambios epigenéticos ligados al envejecimiento
Sí que se ha descubierto que existen patrones epigenéticos ligados al envejecimiento. Por ejemplo, se conoce que una mayor edad biológica se relaciona con una mayor acetilación de histonas. Por otra parte, durante el envejecimiento también se produce una reducción de las histonas core, y por ende, una reducción de la heterocromatina, lo que favorece que genes que tendrían que estar silenciados, se activen. Del mismo modo, en este mismo sentido, los genes en la senescencia se encuentran hipometilados, provocando una inestabilidad general del genoma que también favorece la expresión de genes que no deberían de actuar en circunstancias normales.
Influencia del estilo de vida sobre las marcas epigenéticas
Se conoce por ejemplo que las dietas tanto mediterránea como la Okinawa son capaces de mantener estable nuestro genoma debido a que permiten el consumo de alimentos con un alto valor nutricional.
Ambas dietas han demostrado propiedades beneficiosas que retrasan el envejecimiento celular, ya que se asocian con bajos niveles de inflamación, estrés oxidativo, baja incidencia de cáncer, así como bajo riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares…
Del mismo modo, existen los llamados superalimentos (ojo, no conviene dejar de lado una dieta equilibrada en favor del consumo de estos productos), como las algas, la cúrcuma, la col rizada, el aceite de oliva, así como componentes de los alimentos como vitaminas, antioxidantes y polifenoles que según la literatura, parecen tener un fuerte efecto sobre los patrones epigenéticos.
Y por supuesto, si te estoy hablando de hábitos saludables, no puedo dejar fuera al ejercicio. Se ha demostrado que la realización de ejercicio regularmente ralentiza la progresión de la alteración de los patrones de metilación asociados a la edad. Por otra parte, promueve cambios beneficiosos en relación con la expresión de ciertos miARN relacionados con la regulación de los niveles de inflamación.
También hay evidencias científicas sobre la restricción calórica. Se ha postulado en varios estudios que esta permite reducir el estrés oxidativo y favorece la reparación celular. De cualquier modo, siempre conviene ponerse en manos de un profesional si se desea contemplar esta opción.
Llevar un estilo de vida saludable para vivir más y mejor
En definitiva, todo aquel hábito que permita reducir el estrés oxidativo, reducir los niveles de cortisol en sangre en relación con el estrés y reducir el contacto con productos tóxicos del ambiente y los alimentos, ayudará a aportar estabilidad a nuestro genoma, y por ende, a ayudarnos a vivir un envejecimiento mucho más saludable.
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