Inflamación y consumo de lácteos: ¿existe una conexión?
Desde hace décadas, el consumo de lácteos ha sido objeto de multitud de debates, tanto en la población como en la comunidad científica, con estudios que sugieren tanto efectos proinflamatorios como antiinflamatorios. También viene precedido por la alta incidencia de personas que después de un análisis de molestias estomacales recibían el diagnóstico de intolerancia a la lactosa tan común hoy en día.
Sin embargo, la inflamación crónica se ha vinculado ya no solo a patologías gastrointestinales, sino a una gran variedad de enfermedades, incluyendo enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, y ciertos tipos de cáncer.
Escrito por Magdalena Arias García, nutricionista y docente del área de nutrición de INESALUD
Definiendo la inflamación
Se entiende la inflamación como una respuesta biológica compleja del cuerpo a infecciones, lesiones o irritaciones. Es una respuesta natural de protección que pone en marcha a nuestro sistema inmunitario para poder eliminar cualquier agente nocivo y reparar los tejidos que se hayan podido dañar. El problema está cuando esa respuesta se vuelve crónica, favoreciendo patologías crónicas.
¿Qué relación tiene la inflamación y los lácteos?
Sabemos que los productos lácteos son una fuente importante de nutrientes como proteínas, calcio, vitaminas D y B12, y otros minerales esenciales. No obstante, su papel en la inflamación ha sido controvertido y está aún por definir debido a la presencia de ciertos componentes de los lácteos que podrían estimular procesos en la inflamación. Entonces, ¿cuál es la relación entre inflamación y consumo de lácteos?
Componentes anti-inflamatorios en los lácteos
Los productos lácteos contienen varios componentes que pueden tener efectos antiinflamatorios. Los ácidos grasos omega-3, los péptidos bioactivos y las vitaminas y los antioxidantes presentes en los lácteos pueden contribuir a reducir la inflamación.
Dentro de este grupo, los alimentos que más van a asociarse con beneficios para la salud son los lácteos fermentados, particularmente los relacionados con cepas probióticas y bioactivas producidos por la actividad metabólica de los componentes de la leche.
Se han definido beneficios a nivel gastrointestinal (sobre todo en la microbiota intestinal), reducción de los niveles de colesterol sérico, efecto antimutagénico y modulación del sistema inmunitario. De hecho, muchos de estos beneficios se han asociado con los péptidos bioactivos derivados de la leche, liberados por las proteínas lácteas.
¿Qué dicen los estudios sobre los lácteos y los marcadores inflamatorios?
Se ha examinado que el consumo regular de leche y productos lácteos “per sé” no aumenta los niveles de marcadores inflamatorios (como proteína C reactiva) en adultos sanos. Por otro lado, al evaluar el efecto que podría implicar el consumo de diferentes productos lácteos en la inflamación, se observó que el consumo específico de lácteos fermentados (por ejemplo el yogurt), si estaba asociado con una reducción en los niveles de ciertos marcadores inflamatorios en comparación con los productos lácteos no fermentados.
Esto sugiere que los compuestos bioactivos presentes en los lácteos fermentados pueden ejercer efectos beneficiosos sobre la inflamación.
Un metaanálisis reciente analizó sobre la posible relación del consumo de lácteos con enfermedades inflamatorias. Dicho análisis parecía indicar que una ingesta moderada de productos lácteos se asociaría con un menor riesgo de desarrollar artritis reumatoide y enfermedad inflamatoria intestinal.
En este punto, habría que mirar la calidad de los lácteos que consume la población actualmente, ya que la gran mayoría de los lácteos que consumimos no son de calidad, sobre todo si son productos ultraprocesados como quesos blandos, gratinados, yogures azucarados y bebidas lácteas azucaradas. Y fomentar, entonces, los lácteos frescos y/o fermentados.
¿Qué son los lácteos fermentados?
Son productos que proceden de los cultivos lácticos como consecuencia de la acción de las bacterias del ácido láctico. Por tanto, los lácteos fermentados contienen microorganismos viables, activos y en cantidades de un mínimo de 106 UFC/g. La mayoría pertenecen a los géneros Lactobacillus, Bifidobacterium, Streptococcus thermophilus y/u otras bacterias ácidas lácticas.
Esta fermentación va a dar lugar a la transformación de la lactosa en ácido láctico. Esto incrementa, además de la vida útil del producto, la digestibilidad del mismo frente a la leche. Además, mejora nutricionalmente al alimento, puesto que lo hace más seguro del ataque de microorganismos.
Muchas de las bacterias lácticas utilizadas en la fabricación de los productos lácteos fermentados, están consideradas como “probióticos” porque aportan un beneficio a la salud del hospedador. Hablamos, por ejemplo, del yogur, el queso o el kéfir.
“El factor individual es decisivo en la respuesta inflamatoria”
Es importante destacar que la respuesta inflamatoria al consumo de lácteos puede variar entre individuos. Factores como la genética, la microbiota intestinal y la presencia de intolerancias o alergias alimentarias pueden influir en cómo nuestro cuerpo responde a estos productos.
Por ejemplo, las personas con intolerancia a la lactosa pueden experimentar síntomas inflamatorios gastrointestinales tras el consumo de leche, lo que no ocurre en individuos sin esta condición.
Como hemos analizado anteriormente, la relación entre el consumo de lácteos y la inflamación es compleja. La evidencia científica actual sugiere que, en general, estos productos no promueven la inflamación y, de hecho, ciertos lácteos como los fermentados pueden tener propiedades antiinflamatorias. Los beneficios o efectos negativos de los lácteos sobre la inflamación pueden depender del tipo de producto lácteo consumido, la cantidad y la variabilidad individual de la persona.
Formaciones sugeridas
Si estás interesado/a en formarte en el mundo de la nutrición, te dejamos nuestros:
Curso en Alimentación y Nutrición Mediterránea (Titulación Universitaria + 4 Créditos ECTS)
Curso Superior en Dietética y Nutrición (Acreditación APENB) – INESALUD |Formación Sanitaria
Referencias
Wang, H., et al. (2020). Dairy foods and inflammation. American Journal of Clinical Nutrition, 112(5), 1244-1256.
Mozaffarian, D., et al. (2018). Effects of fermented dairy products on markers of inflammation: A systematic review. Journal of Nutrition, 148(4), 651-656.
Schwingshackl, L., et al. (2021). A meta-analysis on dairy products and inflammatory diseases. Critical Reviews in Food Science and Nutrition, 61(3), 1-12.
Crichton, G. E., et al. (2019). Dairy consumption and markers of inflammation: A cross-sectional analysis of the PREDIMED study. Nutrients, 11(8), 1875.
Holick, M. F. (2017). Vitamin D and the immune system. The Journal of Endocrinology, 30(1), R17-R32.
Zhang X, Luo Q, Guan X, Tang Y, Chen X, Deng J, Fan J. Effects of fermented dairy products on inflammatory biomarkers: A meta-analysis. Nutr Metab Cardiovasc Dis. 2023 Mar;33(3):471-482. doi: 10.1016/j.numecd.2022.12.014. Epub 2022 Dec 22. PMID: 36710113.