Aborto

El aborto es la interrupción del embarazo antes de que el feto pueda sobrevivir fuera del útero. Este proceso puede ser espontáneo, conocido como aborto natural o espontáneo, o inducido, cuando se lleva a cabo de forma deliberada a través de procedimientos médicos o quirúrgicos. 

Aborto natural 

El aborto natural o espontáneo es la pérdida natural del embarazo antes de las 20 semanas de gestación, y suele ocurrir sin necesidad de intervención médica. Las anomalías cromosómicas representan una de las principales causas del aborto espontáneo, ya que alteraciones genéticas en el embrión pueden afectar su desarrollo normal.

Los problemas hormonales también son importantes. Hormonas como la progesterona son esenciales para mantener el embarazo, y cualquier deficiencia puede resultar en un aborto espontáneo. Además, infecciones tanto virales como bacterianas pueden comprometer la salud del embrión o el entorno uterino, aumentando el riesgo de pérdida del embarazo. Infecciones como la rubéola o la listeriosis son ejemplos de cómo pueden influir en el resultado del embarazo. 

Las condiciones de salud materna también son factores importantes. Enfermedades crónicas como la diabetes mal controlada o la hipertensión pueden interferir con el entorno necesario para el desarrollo fetal, incrementando el riesgo de aborto espontáneo. Igualmente, los factores relacionados con el estilo de vida como el consumo de alcohol, tabaco o drogas recreativas pueden tener un impacto negativo en el embarazo, aumentando la probabilidad de pérdida espontánea del mismo. 

Los síntomas de un aborto espontáneo suelen incluir sangrado vaginal y dolor abdominal tipo cólico. La pérdida de los síntomas del embarazo, como náuseas o sensibilidad mamaria, también puede ser indicativa de un aborto espontáneo en curso. En muchos casos, el aborto espontáneo se resuelve de manera natural, con el cuerpo expulsando el tejido fetal y placentario sin necesidad de intervención.

Sin embargo, si el aborto no se completa de manera natural, puede ser necesario realizar un procedimiento de dilatación y curetaje para eliminar el tejido restante y prevenir complicaciones como infecciones o hemorragias persistentes. Alternativamente, el manejo médico puede incluir el uso de medicamentos para inducir contracciones y facilitar la expulsión del contenido uterino.  

Aborto inducido 

El aborto inducido es la interrupción deliberada del embarazo mediante procedimientos médicos o quirúrgicos. Esta intervención puede ser necesaria por diversas razones, tales como problemas de salud materna, malformaciones fetales, un embarazo no deseado o circunstancias personales y socioeconómicas que afectan la decisión de continuar con la gestación.  

Existen dos métodos principales de aborto inducido: el aborto médico y el aborto quirúrgico. 

El aborto médico se realiza mediante el uso de medicamentos diseñados para inducir la terminación del embarazo. Generalmente, es efectivo y aprobado hasta las 10 semanas de gestación. En algunos lugares, el uso de medicamentos puede extenderse hasta las 12 semanas, pero es menos común.

Se utilizan combinaciones de fármacos como la mifepristona y el misoprostol. La mifepristona actúa bloqueando la acción de la progesterona, una hormona clave para el mantenimiento del embarazo, lo que resulta en la desintegración del revestimiento uterino necesario para el desarrollo del embrión. Posteriormente, el misoprostol se administra para inducir contracciones uterinas y facilitar la expulsión del contenido del útero.  

Por otro lado, el aborto quirúrgico abarca varios procedimientos destinados a la evacuación del contenido uterino. El aborto por aspiración o legrado suele ser más común hasta las 12-14 semanas de gestación. Para etapas más avanzadas, como entre la semana 14 y 24, se utilizan procedimientos como la dilatación y evacuación.

En algunos países, el aborto se puede realizar más allá de las 24 semanas si hay problemas graves con la salud de la madre o malformaciones fetales que amenazan la vida del feto. En estos casos, la intervención puede estar regulada por criterios específicos y requiere la aprobación de un comité médico o ético.