Disfagia

La disfagia es una condición médica caracterizada por la dificultad para tragar. Este problema puede manifestarse en diferentes etapas del proceso de deglución, ya sea al iniciar el paso del alimento desde la boca, al moverlo a través de la faringe o al transportarlo por el esófago hacia el estómago.  

Puede ser debida a múltiples procesos patológicos que pueden causar daño tanto estructural, como funcional. Se asocia con un aumento de la morbilidad y mortalidad en los pacientes de cualquier edad, debido a las complicaciones que presenta como riesgo de aspiración, infecciones broncopulmonares, deshidratación y malnutrición. 

Tipos de disfagia

La disfagia se clasifica principalmente en dos tipos: orofaríngea y esofágica. 

Disfagia orofaríngea

Este tipo se refiere a problemas en la boca y la faringe. Las personas con disfagia orofaríngea tienen dificultades para iniciar el proceso de deglución, lo que puede llevar a la tos, el ahogamiento o la aspiración de alimentos y líquidos. En los casos graves, el paciente no puede deglutir la saliva y presenta sialorrea (retención salival abundante en cavidad oral). Los episodios de tos durante la comida indican una aspiración traqueobronquial concomitante. 

Las causas comunes incluyen accidentes cerebrovasculares, enfermedades neurológicas como la esclerosis múltiple y el Parkinson, y trastornos musculares. 

Disfagia esofágica

Este tipo se relaciona con dificultades en el esófago, donde los alimentos se sienten atrapados o detenidos después de iniciar la deglución.  

Las principales causas de la disfagia esofágica pueden deberse a:  

  1. Procesos orgánicos como tumores benignos y malignos de esófago, estenosis esofágica o divertículos esofágicos, entre otros.  

  1. Trastornos funcionales primarios, es decir, trastornos que afectan directamente al esófago como la acalasia o el reflujo gastroesofágico.  

  1. Trastornos funcionales secundarios, que son aquellos que resultan de otras condiciones médicas, como trastornos neurológicos, trastornos metabólicos, o trastornos sistémicos que pueden afectar la función esofágica. 

Existen dos formas fundamentales de disfagia esofágica

  • La disfagia orgánica u obstructiva, que se produce cuando existe en el esófago alguna estrechez, también llamada estenosis. Esta puede ser de origen benigno o también puede ser de origen maligno.  Este tipo de disfagia suele ser inicialmente a sólidos, pero en los casos más severos, en los que se estrecha mucho el esófago, puede progresar y afectar también a la deglución de líquidos.  

  • La disfagia funcional o motora, debida a alteraciones motoras del esófago. Generalmente, es intermitente, aunque en situaciones de mayor gravedad puede ser continua y, aunque también se puede afectar la deglución de sólidos, de forma característica, la disfagia suele ser más intensa con líquidos, sobre todos aquellos muy fríos o calientes. 

Se denomina odinofagia al dolor con la deglución, esté o no asociado a la disfagia. Es un síntoma que puede reflejar la existencia de una lesión orgánica, tanto esofágica como orofaríngea, y es frecuente su presencia ante infecciones, más habituales en estados de inmunosupresión 

Diagnóstico de la disfagia 

Los métodos diagnósticos más comunes incluyen: 

Evaluación clínica: Realizada por un médico o un terapeuta del habla y lenguaje, incluye una revisión del historial médico del paciente y una exploración física. 

Videofluoroscopia. Prueba radiológica que utiliza rayos X en tiempo real para observar el proceso de deglución. Permite visualizar cómo se mueve el bolo alimenticio a través de las diferentes fases de la deglución. 

Endoscopia: Implica el uso de una cámara insertada a través de la nariz o la boca para observar directamente la faringe y el esófago. Es útil para detectar obstrucciones o inflamaciones. 

Manometría esofágica: Mide la presión dentro del esófago y su capacidad de contracción, ayudando a identificar problemas en la fase esofágica de la deglución.