Esquizofrenia

La esquizofrenia es una enfermedad mental compleja y crónica que afecta la manera en que una persona piensa, siente y se comporta. De acuerdo con el manual DSM V se encuentra clasificada en el grupo del espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos, junto a otros trastornos como el esquizotípico de la personalidad, de delirios, el psicótico o el esquizoafectivo.

Es un trastorno mental severo que puede llevar a una variedad de problemas emocionales y físicos. Por tal razón, afecta la vida de quienes la padecen y de sus seres queridos. Las alucinaciones y los delirios son características clave de la esquizofrenia. 

Causas de la esquizofrenia

Las causas de la esquizofrenia no se comprenden completamente, pero se cree que es el resultado de una combinación de factores genéticos, biológicos y ambientales. Al respecto, la genética juega un papel importante; tener antecedentes familiares de esquizofrenia aumenta el riesgo de desarrollar la enfermedad. Sin embargo, no todos los que tienen antecedentes familiares la desarrollan, lo que sugiere que otros factores también son relevantes.

Respecto a los factores biológicos, un desequilibrio en los neurotransmisores del cerebro, especialmente la dopamina y el glutamato, también están implicados en el desarrollo de esquizofrenia.

Por otra parte, anomalías en las estructuras cerebrales pueden contribuir al desarrollo de la esquizofrenia. Por ejemplo, el aumento del tamaño de los ventrículos cerebrales, las alteraciones en el tamaño del hipocampo o el adelgazamiento de la corteza cerebral se relacionan con la esquizofrenia. 

Los factores ambientales también desempeñan un papel significativo. El estrés extremo, las experiencias traumáticas durante la infancia, y el consumo de sustancias, especialmente durante la adolescencia, pueden aumentar el riesgo. El consumo de drogas como la marihuana y los estimulantes puede desencadenar la aparición de síntomas en personas predispuestas genéticamente.

Por lo general, los primeros episodios se presentan en la década de los 20 y 30 años. No obstante, suele tener sus primeros síntomas en la adolescencia. Rara vez se manifiesta en la infancia. De acuerdo el Manual MSD, la esquizofrenia afecta alrededor del 1% de la población.

Síntomas de la esquizofrenia

Los síntomas de la esquizofrenia se dividen generalmente en tres categorías: síntomas positivos, síntomas negativos y síntomas cognitivos. Estos afectan el funcionamiento de varios ámbitos de la persona, incluidas las relaciones interpersonales y el cuidado personal.

Síntomas positivos

Los síntomas positivos incluyen experiencias que no están presentes en personas sanas. Escuchar voces que no existen, tener delirios y alucinaciones son ejemplos típicos. Estos síntomas psicóticos pueden ser muy perturbadores y dificultar el funcionamiento diario.

Síntomas negativos

Los síntomas negativos son aquellos que reflejan una disminución o pérdida de habilidades normales. Esto incluye la apatía, la falta de expresión emocional, y la incapacidad para experimentar placer en actividades diarias. Estos síntomas dificultan el funcionamiento social y pueden llevar a un aislamiento social severo.

Síntomas desorganizados

Estos síntomas incluyen una conducta bizarra o extraña y trastornos del pensamiento. Esto incluye un discurso desorganizado y sin sentido; comportamientos extraños o extravagantes, y catatonía.

Síntomas cognitivos

Los síntomas cognitivos afectan la memoria y el pensamiento. Las personas con esquizofrenia pueden tener dificultades para prestar atención, procesar información y tomar decisiones. Estos problemas cognitivos pueden interferir significativamente con la capacidad de llevar a cabo tareas cotidianas y mantener relaciones personales y laborales.

El Manual DSM V señala que se deben presentar al menos dos síntomas, durante una parte significativa del tiempo de un mes. Al menos un síntoma debe ser 1, 2 o 3. 

1. Delirios.

2. Alucinaciones.

3. Discurso desorganizado (p. ej., disgregación o incoherencia frecuente).

4. Comportamiento muy desorganizado o catatónico.

5. Síntomas negativos (es decir, expresión emotiva disminuida o abulia).

Tratamiento de la esquizofrenia

El tratamiento para la esquizofrenia generalmente combina medicamentos, terapia psicológica y apoyo social. Es esencial recibir atención médica y psicológica adecuada para manejar esta enfermedad de manera efectiva. Los/as profesionales especialistas en trastornos del espectro de la esquizofrenia y trastornos psicóticos definirá el tratamiento de acuerdo con los síntomas y el grado de desarrollo de la esquizofrenia.

Medicamentos

Los antipsicóticos son el tratamiento principal para la esquizofrenia. Ayudan a reducir los síntomas como las alucinaciones y los delirios. Sin embargo, pueden tener efectos secundarios que deben ser monitoreados cuidadosamente por un/a profesional de la salud.

Terapia psicológica

La terapia psicológica es necesaria para ayudar a las personas con esquizofrenia a manejar sus síntomas y mejorar su funcionamiento social. La relación entre el/la paciente, su familia y el/la psicoterapeuta es fundamental para dar manejo de la esquizofrenia. Entre otros factores, estos/as profesionales trabajan para que los pacientes puedan adaptarse a la toma de medicamentos, prevenir recaídas y preservar su funcionalidad y cierta autonomía. 

La educación familiar también es crucial para que los miembros de la familia comprendan mejor la enfermedad y aprendan cómo apoyar a sus seres queridos de manera efectiva.

Apoyo social

El apoyo social, incluyendo programas de rehabilitación y grupos de apoyo, es fundamental para mejorar la calidad de vida de las personas con esquizofrenia. Estos programas pueden ayudar a mejorar las habilidades sociales y laborales, facilitando una mejor integración en la comunidad.

Importancia de la adherencia al tratamiento

Es crucial que las personas con esquizofrenia sigan su plan de tratamiento de manera constante. El abandono del tratamiento puede llevar a una recaída de los síntomas y a un deterioro de la salud mental. La educación continua y el apoyo de profesionales de la salud y familiares pueden ser vitales para asegurar la adherencia al tratamiento.