Flatulencia

Las flatulencias, comúnmente conocidas como gases intestinales, son una parte normal de la digestión. El intestino contiene menos de 200 mL de gas en todo momento, pero en un día típico se expulsan entre 600 y 700 mL de gas. Esto se traduce en una expulsión diaria de gases, a través de eructos o por el ano, de 8 a 20 gases por día. 

Todas las personas experimentan la producción y expulsión de gases intestinales. Aunque puede ser un tema socialmente incómodo, es importante recordar que no es algo por lo que avergonzarse. No obstante, existen trastornos relacionados con gases, como la distensión y la flatulencia excesiva. 

En este artículo, abordaremos las flatulencias desde una perspectiva integral, explorando sus causas, síntomas, tratamientos y consejos para prevenirlas.

Causas de las flatulencias

La producción de gas en el intestino se debe principalmente a dos factores: la ingesta de aire y la fermentación de ciertos alimentos. Cerca del 75% de los gases que producimos vienen de la fermentación de los alimentos y las glucoproteínas en el colon.

Entre estos gases están el hidrógeno (H2), metano (CH4) y dióxido de carbono (CO2). El característico mal olor de los gases se debe al sulfuro de hidrógeno. Además, tragamos aire al comer (aerofagia) y algunos gases pasan de la sangre al intestino, lo que también suma al total de gases en nuestro sistema.

  • Ingesta de aire: Tragar aire en exceso, ya sea por hablar rápido, comer rápido o masticar chicle, puede introducir una cantidad significativa de gas en el aparato digestivo.
  • Fermentación de alimentos: Ciertos alimentos, como las legumbres, las verduras crucíferas, los productos lácteos y las bebidas carbonatadas, son más propensos a fermentar en el intestino grueso, produciendo gas como subproducto.

No obstante, hay ocasiones en la que la producción de gases es excesiva y generan incomodidad o dolor. Estos, pueden ser un signo de alerta ante otras causas menos comunes de flatulencias como:

  • Síndrome del intestino irritable (SII): Las personas con SII pueden experimentar una mayor sensibilidad a los gases intestinales, lo que les hace sentir más hinchadas y con más molestias.
  • Intolerancia a la lactosa, a la fructosa u otros alimentos: La incapacidad de digerir proteínas o azúcares puede provocar gases, hinchazón y diarrea.
  • Problemas de motilidad intestinal: Si el intestino no mueve los alimentos con la suficiente rapidez, esto puede dar lugar a una acumulación de gases.
  • Enfermedad celíaca: La enfermedad celíaca es una enfermedad autoinmune que se desencadena por el consumo de gluten, una proteína presente en el trigo, la cebada y el centeno. Las personas con enfermedad celíaca experimentan una reacción inflamatoria en el intestino delgado al ingerir gluten, lo que puede provocar diversos síntomas como la producción excesiva de gases.
  • Estreñimiento: Dificultad para evacuar las heces, con una frecuencia menor a tres veces por semana. Puede estar causado por diversos factores, como una dieta baja en fibra, deshidratación, falta de ejercicio, ciertos medicamentos o problemas médicos subyacentes.
  • Desbalances en la flora bacteriana: La flora intestinal, también conocida como microbiota, está compuesta por billones de bacterias que habitan en nuestro intestino y juegan un papel crucial en la digestión, la absorción de nutrientes y el sistema inmunológico. Un desequilibrio en la flora bacteriana, conocido como disbiosis, puede provocar diversos problemas digestivos como las flatulencias excesivas.
  • SIBO: El Sobrecrecimiento Bacteriano en el Intestino Delgado puede generar un exceso de gases, diarrea y adelgazamiento.

Síntomas de alerta

Si bien la flatulencia es normal, algunos síntomas pueden indicar un problema intestinal. Por lo tanto, se recomienda acudir a un/a médico/a en caso de:

  • Exceso de gases: Pasar más de 20/25 flatulencias al día.
  • Distensión abdominal: Sentirse hinchado o con el abdomen lleno de forma persistente.
  • Dolor abdominal: Experimentar calambres, dolor o una sensación de presión en el abdomen debido al exceso de gases, de manera frecuente.
  • Cambios en los hábitos intestinales: Estreñimiento o diarrea repentinos y cambiantes.
  • Pérdida de peso inexplicable: Se puede acompañar de otros síntomas como fatiga o debilidad.
  • Sangre en las heces. 
  • Sensación de gases en el pecho de forma frecuente. 
  • Reflujo gástrico.

Tratamiento para las flatulencias

En la mayoría de los casos, las flatulencias no requieren tratamiento médico. Sin embargo, si los síntomas son graves, interfieren con la vida diaria o son causados por una enfermedad, existen algunas opciones de tratamiento:

  • Cambios en la dieta: Evitar o reducir el consumo de alimentos que desencadenan gases, como las legumbres, las verduras crucíferas y las bebidas carbonatadas. En el caso de las personas intolerantes, suspender el consumo de alimentos.
  • Suplementos: La simeticona puede ayudar a romper las burbujas de gas y facilitar su expulsión. Asimismo, existen enzimas digestivas, como la lactasa, que facilitan que se digiera la lactosa.
  • Medicamentos: En algunos casos, los medicamentos recetados pueden ser necesarios para controlar la motilidad intestinal
  • Tratamiento con prebióticos y probióticos: En algunas ocasiones, por ejemplo tras la toma larga de antibióticos, se puede recurrir a la toma de probióticos para regular la flora intestinal. 

Consejos para prevenir las flatulencias

Adoptar un estilo de vida saludable puede ayudar a prevenir o reducir las flatulencias:

  • Comer despacio y masticar bien los alimentos: Esto ayuda a tragar menos aire y facilita la digestión.
  • Evitar las bebidas carbonatadas: Estas bebidas liberan dióxido de carbono en el intestino.
  • Hacer ejercicio regularmente: La actividad física ayuda a mantener el intestino en movimiento y prevenir la acumulación de gases.
  • Manejar el estrés: El estrés puede afectar la digestión y aumentar la producción de gas.

En conclusión, las flatulencias son una parte normal de la digestión. Si bien pueden ser incómodas en ocasiones, existen diversas estrategias para prevenirlas o controlarlas. Si los síntomas son graves o persistentes, es importante consultar con los servicios de salud para descartar cualquier problema subyacente.