Infertilidad
La infertilidad es la incapacidad de una pareja para concebir tras llevar 12 meses manteniendo relaciones sexuales regulares sin uso de métodos anticonceptivos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), este trastorno afecta tanto a hombres como a mujeres y es considerado un importante problema de salud global.
La infertilidad puede ser clasificada en dos tipos: infertilidad primaria, cuando la pareja nunca ha conseguido un embarazo, e infertilidad secundaria, cuando existen dificultades para lograr un embarazo tras haber tenido uno o más embarazos anteriores.
Causas de la infertilidad
La etiología de la infertilidad depende de a qué parte de la pareja afecte.
En las mujeres, las principales causas se relacionan con alteraciones del aparato reproductor. Entre estas se incluyen problemas ovulatorios, como el síndrome de ovario poliquístico (SOP), insuficiencia ovárica prematura y disfunciones hormonales que afectan el ciclo menstrual.
Otro grupo de factores son las obstrucciones o alteraciones en las trompas de Falopio, generalmente provocadas por infecciones previas, cirugías o endometriosis. Las anomalías anatómicas uterinas, como los miomas o pólipos, también pueden ser un obstáculo para la implantación del embrión.
Un factor fundamental en la infertilidad femenina es la edad materna avanzada, especialmente en mujeres mayores de 35 años, momento en que la reserva ovárica y la calidad de los ovocitos disminuyen de manera significativa. La edad también incrementa el riesgo de aborto espontáneo y otras complicaciones reproductivas. También afectan las enfermedades crónicas, alteraciones tiroideas y los hábitos de vida nocivos, como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la obesidad o el bajo peso.
Los factores que provocan la infertilidad masculina incluyen alteraciones en la cantidad o calidad del semen. Los más comunes son oligospermia (bajo número de espermatozoides), azoospermia (ausencia de espermatozoides en el semen) y teratozoospermia (morfología anormal).
Problemas de motilidad espermática (astenozoospermia), infecciones previas, trastornos hormonales, lesiones testiculares, y factores ambientales o tóxicos, como la exposición a pesticidas o el calor excesivo, también contribuyen a la infertilidad masculina. Además, el uso de drogas, alcohol y el estrés crónico también influyen en la calidad del semen.
Evaluación de la infertilidad
En las mujeres, las causas de la infertilidad se evalúan con la revisión del ciclo menstrual, pruebas hormonales para medir la reserva ovárica, y estudios de imagen como la ecografía transvaginal para detectar anomalías en el útero o los ovarios.
La evaluación de la permeabilidad de las trompas de Falopio puede realizarse mediante técnicas como la histerosalpingografía o la laparoscopia. En los hombres, el análisis seminal es la prueba de referencia inicial, complementado con pruebas hormonales y genéticas en casos específicos.
Es muy importante conocer cuál es la causa específica, ya que el tratamiento dependerá de la causa de la infertilidad.
Las técnicas de reproducción asistida son una opción común y efectiva, especialmente cuando los tratamientos médicos o quirúrgicos convencionales no son exitosos. La inseminación artificial, que consiste en la introducción de espermatozoides en el útero durante la ovulación, es una opción cuando la calidad del semen es adecuada y no existen problemas ovulatorios graves.
En casos más complejos, la fecundación in vitro (FIV) se convierte en una opción viable. En este procedimiento, los óvulos son fecundados en el laboratorio y luego implantados en el útero de la mujer. Otras técnicas, como la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI), se emplean cuando existen problemas graves de calidad del esperma.
Para finalizar, no olvidemos que los problemas de fertilidad pueden provocar consecuencias psicológicas tanto en los individuos como en la pareja.