Luxación

En el ámbito de la medicina músculo-esquelética, la luxación, también conocida como dislocación, constituye una lesión grave donde las superficies articulares de una articulación pierden su contacto permanente, lo que resulta en una discontinuidad de la congruencia articular. Generalmente, este tipo de lesión ocurre tras un trauma o accidente, aunque también puede ser causada por enfermedades o condiciones que debilitan los ligamentos.  

Alguno de los ejemplos más típicos de luxación que conocemos podrían ser la luxación de hombro (por ejemplo, tras un golpeo en deportes o una caída sobre el hombro), la luxación de rótula (ante giros o cambios de dirección en deportes de no contacto) y ya, en menor cantidad, podemos llegar a encontrar casos de luxación de tobillo o de cadera. 

Subluxación y abartrosis 

Una variante menos severa de la luxación es la subluxación, en la cual la pérdida del contacto de las superficies articulares no es total, permitiendo que estas mantengan parcialmente su relación normal, aunque no estén perfectamente alineadas. Al igual que las luxaciones completas, las subluxaciones son comunes en situaciones de trauma y requieren atención médica para evitar complicaciones futuras. 

Además de las luxaciones y subluxaciones, es común que se produzcan lesiones cápsuloligamentosa, donde se daña la cápsula y los ligamentos que proporcionan estabilidad a la articulación. La severidad de estas lesiones puede variar y afecta significativamente la estabilidad y recuperación de la articulación dañada. 

Las superficies articulares, situadas en los extremos de los huesos dentro de cada articulación y cubiertas por cartílago articular, están diseñadas para deslizarse suavemente unas sobre otras, facilitando el movimiento. Cuando ocurre una luxación, estas superficies pierden su alineación normal, impidiendo el movimiento adecuado, causando dolor intenso y daño articular. 

A largo plazo, las luxaciones repetidas o mal tratadas pueden derivar en abartrosis, una enfermedad degenerativa de las articulaciones que lleva a deformidades y alteración funcional. Esta condición subraya la importancia de un manejo adecuado de las luxaciones para prevenir consecuencias degenerativas severas. 

Características clínicas 

En cuanto a los signos clínicos, la semiología clínica de una luxación incluye dolor agudo, incapacidad de mover la articulación afectada, deformidad visible y posibles signos de daño nervioso o vascular. El diagnóstico de una luxación se confirma generalmente mediante técnicas de imagen como rayos X. 

Tratamiento y prevención 

El tratamiento adecuado de una luxación implica una reducción, donde se realinean las superficies articulares a su posición normal. Esto puede involucrar manipulación física o quirúrgica, siendo esta la más habitual en episodios primarios de carácter traumático, seguido de inmovilización para permitir la curación de los tejidos blandos.

El mayor riesgo posterior a una luxación aguda es la repetición de la misma, pudiendo derivar en episodios repetitivos de luxación, derivando en inestabilidad atraumática crónica. La rehabilitación con fisioterapia es esencial para recuperar la movilidad y fortaleza de la articulación. 

Para prevenir luxaciones, es crucial fortalecer los músculos que rodean las articulaciones, usar equipo de protección durante actividades de riesgo y educar sobre técnicas seguras de movimiento y levantamiento de objetos. En personas con condiciones que predisponen a luxaciones, como ciertas enfermedades del tejido conectivo, se recomienda un seguimiento médico frecuente y tratamientos específicos para minimizar el riesgo.