Agua que cura: descubre los beneficios de la fisioterapia acuática

En el mundo de la rehabilitación física, existe una modalidad terapéutica que ha ido ganando popularidad en los últimos años debido a sus sorprendentes beneficios para la recuperación y el bienestar: la fisioterapia acuática. Esta innovadora forma de terapia combina los principios de la fisioterapia tradicional con las ventajas del agua. 

Escrito por Beatriz Vallelado, profesora del Departamento de Fisioterapia de la Universidad Europea Miguel de Cervantes | UEMC

En este artículo, nos sumergiremos en el apasionante mundo de la fisioterapia acuática, explorando en profundidad sus ventajas, cómo funciona, qué condiciones puede tratar y cómo puede ser un recurso valioso para distintos tipos de paciente. 

La utilización del agua como agente terapéutico y lúdico es un concepto que se ha desarrollado a lo largo de la historia de la humanidad, por ejemplo, en las famosas “termas” de la antigua Roma.  Por un lado, la hidroterapia es un término amplio que etimológicamente deriva del griego, definiéndose como la “curación a través del agua”. Este concepto utiliza las propiedades mecánicas y térmicas del agua para tratar distintas dolencias.

Y, por otro lado, la terapia acuática es un concepto más específico que implica el uso de las propiedades mecánicas del agua junto a las intervenciones terapéuticas, siendo desarrollado por terapeutas formados y especializados en estas técnicas.

¿Cómo actúa la terapia acuática en la rehabilitación?

En el ámbito de la fisioterapia, la terapia acuática puede ser una gran aliada y cada vez más fisioterapeutas deciden formarse e implementarla como herramienta en sus tratamientos. Esto se debe a sus grandes beneficios sobre los sistemas respiratorio, cardiovascular, renal, musculoesquelético, neuromuscular y psicológico.

Cabe destacar que su empleo viene determinado por las propiedades mecánicas, térmicas, hidrodinámicas e hidrocinéticas del agua. Podríamos afirmar que dentro del agua “somos más ligeros”, “flotamos”, “estamos más alerta” y “rotamos con más facilidad”, entre otras cosas. Por lo que, es imprescindible que los fisioterapeutas sean conocedores de estos efectos para lograr una buena praxis en la fisioterapia acuática.

En los trastornos musculoesqueléticos, al contrarrestar la fuerza de la gravedad gracias al efecto de “empuje”, se reduce el peso de los pacientes y podemos desarrollar intervenciones tempranas, como, por ejemplo, aquellas que posibiliten la carga y movilización precoz. Gracias a esto, se puede acelerar el proceso de recuperación, así como la disminución de complicaciones y riesgos que pudieran surgir en el medio terrestre, como las caídas accidentales.

Además, si combinamos la cinesiterapia con la terapia acuática, podremos realizar intervenciones basadas en el ejercicio o la movilización activa, asistida o resistida en el medio acuático, que redundarán en beneficios sobre la fuerza, el rango articular, la resistencia, el tono muscular o el equilibrio, entre otros.

Actualmente, en el área de la neurorrehabilitación, se han ido describiendo diferentes modelos de intervención con cada vez más evidencia científica, como, por ejemplo, el “Método Halliwick” que fue desarrollado en 1949 con el fin de que todas las personas, independientemente de sus capacidades, pudieran integrarse y beneficiarse de las actividades acuáticas.

Este método combina técnicas de enseñanza de natación y de aprendizaje motor basado en el control de la respiración y las rotaciones espontáneas que se producen en la inmersión dentro del agua. En las patologías neurológicas es necesario controlar la temperatura del agua, así como facilitar un entorno seguro de trabajo. Esto puede facilitar, por ejemplo, la disminución del dolor y control del tono muscular en la esclerosis múltiple o entrenar la marcha, equilibrio y mejorar el control postural en la Enfermedad de Parkinson.

Desde la experiencia práctica, podemos concluir que la “fisioterapia acuática”, es decir, la terapia acuática aplicada a la fisioterapia, se ha convertido en una de las terapias más demandadas en estos tiempos, no solo por los beneficios descritos anteriormente, sino por su amplia aplicabilidad en la rehabilitación.

Desde los bebés que pueden mejorar su desarrollo psicomotor a los ancianos que pueden disminuir el riesgo a las caídas. Mejorar las funciones, emplear objetivos basados en el conocimiento del agua y la habilidad de controlar autónomamente los movimientos dentro de este medio, en definitiva, son las bases del éxito de la terapia acuática. En conclusión, la fisioterapia acuática puede ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas, así como sus niveles de participación. 

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