Biología de las adicciones ¿Cómo entender la conducta adictiva?
Las adicciones han sido un tema de interés y preocupación en la sociedad durante décadas. Estos trastornos pueden afectar a personas de todas las edades y orígenes, y a menudo tienen consecuencias devastadoras para la salud y la vida cotidiana. Pero, ¿qué es lo que realmente sucede en el cerebro y en el cuerpo cuando alguien se convierte en adicto? En este artículo, exploraremos la biología de las adicciones, centrándonos en factores neurológicos y genéticos, y en los neurotransmisores.
Escrito por Miguel Ángel Aparicio Jiménez, biólogo y docente del área de ciencias de INESALUD.
Factores neurológicos que entran en juego en la biología de las adicciones
El cerebro es el epicentro de las adicciones. Para entender cómo funcionan, primero debemos analizar cómo el cerebro procesa la recompensa y el placer. En el centro de este proceso se encuentra el sistema de recompensa, que se compone principalmente de la región cerebral llamada núcleo accumbens y el área ventral tegmental (VTA).
Cuando una persona experimenta algo placentero, como comer un delicioso bocado de chocolate o recibir un cumplido, el cerebro libera dopamina, un neurotransmisor que juega un papel crucial en la sensación de recompensa. En el contexto de las adicciones, los objetos de adicción, como las drogas, los juegos de azar o el alcohol, también estimulan la liberación de dopamina. Esto crea una sensación de euforia y refuerza la búsqueda de esa experiencia placentera.
Sin embargo, con el tiempo y la exposición continua a la sustancia o comportamiento adictivo, el cerebro se adapta. El sistema de recompensa se vuelve menos sensible a la dopamina, lo que lleva a una disminución de la sensación de placer. Como resultado, las personas pueden sentir la necesidad de aumentar la dosis de la sustancia o actividad adictiva para obtener el mismo nivel de satisfacción, lo que marca el comienzo de la tolerancia.
Los neurotransmisores son los que orquestan la creación de una adicción
Los neurotransmisores son mensajeros químicos que permiten la comunicación entre las células cerebrales. Además de la serotonina, otros neurotransmisores desempeñan un papel importante en las adicciones. Por ejemplo:
Dopamina
La dopamina está implicada en el circuito placer-recompensa. El consumo de determinadas sustancias puede estimular la producción de dopamina, acompañado en muchas ocasiones de una caída dramática en la producción de dicho neurotransmisor cuando se pasa el efecto de la droga. Esto provoca en el consumidor una bajada de ánimos y un incremento de la ansiedad. Para volver a subir los niveles de dopamina a unos niveles basales, cada vez habrá que incrementar más la dosis de la droga en cuestión.
Glutamato
Este neurotransmisor está relacionado con la memoria y el aprendizaje. Las adicciones pueden modificar los circuitos de glutamato en el cerebro, lo que lleva a la formación de asociaciones fuertes entre la sustancia o el comportamiento adictivo y la sensación de recompensa.
GABA (Ácido gamma-aminobutírico)
El GABA es un neurotransmisor inhibitorio que calma la actividad cerebral. Las drogas adictivas, como los sedantes, pueden aumentar la acción del GABA, lo que induce una sensación de relajación y euforia.
La interacción compleja entre estos neurotransmisores contribuye a la formación y el mantenimiento de las adicciones. La dependencia de estas sustancias o comportamientos altera la química cerebral, lo que lleva a cambios en la estructura y la función del cerebro.
Factores genéticos en las adicciones
Diversos estudios conducidos con ratones dieron dan pistas de como funcionan las adicciones. Se conoce que aquellos ratones mutantes Knockout para los genes que codifican los receptores de los neurotransmisores de la serotonina, la dopamina o de cannabinoides tienden a manifestar un sistema de recompensa reducido al consumo de determinadas drogas como la cocaína o el alcohol. En definitiva, un menor número de receptores se traduce en una mayor insensibilidad a la droga en cuestión.
Si esto lo traducimos al ser humano, se puede intuir que aquellas personas que por su condición genética manifiesten una menor cantidad de receptores, en teoría, serán menos propensos a incurrir en una adicción.
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