Dieta para combatir la alergia ¡Mejora los síntomas con lo que comes!

Con la llegada del mes de marzo, muchas personas se encuentran bajo el terrible asedio del polen y otros alérgenos, que hacen aparición en las primeras temporadas cálidas de la del año. Así, los estornudos y ojos rojos se hacen muy populares. Por esta razón, las personas buscan formas de atenuar sus síntomas. En este artículo te hablaremos de la dieta para combatir la alergia. 

Escrito por Magdalena Arias García, nutricionista y docente del área de nutrición de INESALUD 

Si bien los tratamientos convencionales como los antihistamínicos y los corticosteroides proporcionan alivio y pueden ayudar a controlar la sintomatología, otras formas como las que nos sugiere una dieta equilibrada y completa, pueden desempeñar un papel importante en la atenuación de los síntomas alérgicos.  

¿Qué conocemos por alergia primaveral? 

La alergia es una reacción exagerada del sistema inmunológico a sustancias generalmente inofensivas. Esto ocurre porque se producen una serie de trastornos inflamatorios crónicos del epitelio (paredes) de los pulmones, la piel y la nariz que causan respuestas inmunes a los alérgenos a los que nos exponemos.  

La llegada de la primavera trae consigo una explosión de la floración de muchos árboles y plantas, pero también puede desencadenar molestias para aquellos que sufren de alergias estacionales, donde salir a la calle se convierte en toda una odisea. 

Los síntomas pueden variar desde leves, como picazón y molestias en la nariz, garganta y ojos, estornudos, hasta graves, como dificultad para respirar y anafilaxia.  

¿Qué relaciona la dieta con la alergia? 

La prevalencia de estas enfermedades, incluidas el asma, la rinitis alérgica y la dermatitis atópica, ha aumentado exponencialmente en todo el mundo en las últimas décadas, sobre todo en aquellos países donde prima una dieta occidental. Por ello, este tipo de dieta está relacionada como factor de riesgo ambiental para desarrollo de enfermedades, entre ellas alérgicas. 

Podríamos decir que los patrones alimentarios no van a influir solamente en la aparición de la enfermedad alérgica, sino también en su desarrollo y gravedad. Se ha observado que, en dietas hipercalóricas, donde prima el consumo de grasas saturadas, y baja ingesta de proteína y fibra, aumentan los riesgos de padecer asma y rinitis alérgica respecto de dietas con alto consumo de frutas y verduras, aceite de oliva, pescado.

También, diversos estudios han demostrado que la dieta occidental promueve la alergia y exacerba los síntomas, mientras que las dietas a base de plantas que van a contener altas cantidades de nutrientes antialérgicos podrían suprimir o atenuar la inflamación alérgica. 

Por lo que si consumimos una dieta completa y variada, que integre todos los nutrientes y micronutrientes necesarios, el riesgo será menor. 

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Relación entre inflamación y nutrición 

La evidencia sugiere que esta relación podría estar situada sobre todo en el desarrollo y la gravedad de la respuesta a la enfermedad alérgica. Sabemos que los componentes de la dieta pueden regular diferencialmente las vías de inflamación alérgica a través de la microbiota intestinal, influyendo así en los resultados de la alergia de manera positiva o negativa. 

La inflamación, por tanto, sería una respuesta común del cuerpo durante la alergia, y la exposición a alérgenos aumentar los síntomas. Consumir alimentos con propiedades antiinflamatorias puede ayudar a reducir la inflamación y, por lo tanto, aliviar estos síntomas comentados.

Aquí podríamos hablar de los alimentos con propiedades antiinflamatorias, donde se incluyen pescados grasos ricos en ácidos grasos omega-3, como el salmón y las sardinas, frutos secos como las nueces y aceite de oliva. Estos alimentos contienen compuestos como los antioxidantes y los ácidos grasos esenciales, que pueden ayudar a modular la respuesta inflamatoria del cuerpo. 

Una dieta alta en frutas y verduras (que aportan fibra, vitaminas y minerales) y baja en grasas saturadas y alimentos procesados, ayuda a reducir la inflamación.

¿Existen nutrientes antialérgicos? 

Se han denominado algunos nutrientes pro-alérgicos, como los ácidos grasos saturados y el colesterol, que promueven y producen un ambiente favorable para la inflamación alérgica. Y también, por otro lado, están los nutrientes antialérgicos.

Se ha descubierto que una amplia gama de nutrientes y diferentes componentes dietéticos como las vitaminas  A, D y E, conocidos inmunomoduladores, minerales como el cinc, hierro y selenio, fibra dietética, ácidos grasos y algunos fitoquímicos son eficaces en la prevención o el tratamiento de enfermedades alérgicas mediante la supresión de inflamación.

A los niveles celular y molecular, los micronutrientes son esenciales para el correcto crecimiento y función de todas las células inmunitarias. Las vitaminas A y D son particularmente importantes para mantener la tolerancia inmune a los alérgenos.  

Esto nos indica que la nutrición va en crecimiento exponencial hacia el abordaje no solo de enfermedades asociadas a una inadecuada alimentación, si no también aquellas enfermedades alérgicas de carácter común en el ámbito clínico. Cada vez se van conociendo más los posibles efectos beneficiosos de las dietas altas en consumo de verduras, hortalizas y frutas, así como nutrientes específicos relacionados sobre los resultados alérgicos.  

El poder que confiere, además, conocer la evaluación del estado nutricional y las características personales, hábitos alimentarios y de vida, podrá suponer una herramienta muy potente a la hora de ayudar a una persona en la mejora de su tratamiento alérgico durante las temporadas de mayor sintomatología o prevenirla. 

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Referencias

Zhang P. The Role of Diet and Nutrition in Allergic Diseases. Nutrients. 2023 Aug 22;15(17):3683. doi: 10.3390/nu15173683. PMID: 37686715; PMCID: PMC10490368. 

6. Lin Y.P., Kao Y.C., Pan W.H., Yang Y.H., Chen Y.C., Lee Y.L. Asociaciones entre enfermedades respiratorias y patrones dietéticos derivados por el análisis de factores y reducción de la regresión de rango. Ann. Nutr. Metab. 2016; 68 :306-314. doi: 10.1159/000447367.