¿Qué es la violencia obstétrica y por qué es importante abordarla?
La violencia obstétrica constituye otra forma más de violencia que afecta a mujeres en todo el mundo durante el embarazo, parto y posparto. Incluye prácticas que han sido reconocidas como violaciones de los derechos humanos y manifestaciones de la discriminación de género.
Escrito por Alba Gastón Guerrero, enfermera especialista en sexología y docente de INESALUD.
El concepto de violencia obstétrica ha ganado atención en la última década debido a su impacto negativo en la salud materna y neonatal. Se define como cualquier acción u omisión por parte del personal de salud que cause daño físico o psicológico a las mujeres durante el embarazo, parto y posparto. A pesar de su prevalencia, sigue siendo un problema subestimado y normalizado en muchos sistemas de salud.
La violencia obstétrica abarca maltrato, negligencia, intervenciones médicas innecesarias, violación de la autonomía y discriminación, de modo que contribuye al empeoramiento de la salud física y mental de las mujeres. Este daño consta de comportamientos verbales y no verbales que menosprecian a las mujeres y generan un ambiente hostil en las salas de parto. Por lo cual, requiere de atención urgente y multidisciplinar.
Abordar esta problemática implica cambios en la formación médica, la implementación de legislación universal y estatal, el fortalecimiento del sistema de salud y la promoción de la participación de las mujeres en la atención de su salud. Debemos reconocer y acabar con la violencia obstétrica para garantizar que el embarazo y el parto sean experiencias seguras y respetuosas.
Los procedimientos más comunes entre los que podemos identificarla incluyen actuaciones médicas innecesarias, intervenciones sin consentimiento, trato deshumanizado y negligencia en la atención.
Las intervenciones médicas no consentidas o necesarias comprenden la realización de procedimientos como cesáreas, episiotomías y uso de fórceps sin el consentimiento informado de la mujer. Cabe destacar que, según la OMS, la tasa de cesáreas debería estar entre el 10-15% y en España, por el contrario, ronda el 25-30%. En cuanto a la episiotomía, en España la cifra ronda el 30% y el 40% de los partos vaginales, mientras que se recomienda un 10%.
El trato deshumanizado de la mujer incluye conductas como humillaciones, gritos o comentarios despectivos hacia la madre en el trabajo de parto. Aunque esto parezca algo impensable, sigue habiendo muchas mujeres que sufren este tipo de violencia durante el proceso de su parto.
La negligencia ocurre cuando se ignoran las necesidades de la mujer, se retrasa la atención médica necesaria o no se proporciona alivio del dolor adecuadamente.
Por último, la falta de información sobre los procedimientos a los que va a ser sometida, sus riesgos y alternativas sigue siendo un problema, a pesar de que, en los últimos años, se busca una participación más activa de la paciente (en todos los ámbitos de la medicina), parece que la obstetricia está a la cola de esta iniciativa.
La violencia obstétrica puede darse en diferentes contextos, desde hospitales de alta tecnología hasta clínicas rurales, y puede ser cometida por cualquier miembro del personal de salud que participen en este proceso.
Las prácticas abusivas a menudo están arraigadas en sistemas de salud que priorizan la eficiencia del trabajo del equipo sanitario sobre la experiencia y el bienestar de la paciente. Además, como señala el Instituto de la Mujer, estas prácticas reflejan y perpetúan estereotipos de género, donde las mujeres son vistas como incapaces de tomar decisiones informadas sobre su propio cuerpo.
La normalización de la violencia obstétrica también está influenciada por la falta de formación en derechos reproductivos entre los profesionales de salud. La educación sexual sanitaria no está a la orden del día, por lo cual, se desconocen estos derechos. Además, en muchos casos, las mujeres no se atreven a denunciar estos abusos por temor a represalias o por desconocimiento de sus derechos.
Efectos de la violencia obstétrica
Sus consecuencias afectan tanto la salud física como emocional de las mujeres. Físicamente, intervenciones innecesarias pueden llevar a complicaciones médicas, infecciones y dificultades en futuros embarazos. Psicológicamente, las mujeres pueden sufrir estrés postraumático, depresión y ansiedad debido a las experiencias traumáticas durante el parto.
Además, la violencia obstétrica puede impactar negativamente la relación madre-hijo, afectando la lactancia y el vínculo temprano. Se desarrolla miedo al parto, lo que puede complicar la salud reproductiva y el bienestar general.
Las consecuencias también comprometen la confianza en el sistema de salud, pues se pierde la confianza el equipo sanitario. El reconocimiento de la violencia obstétrica como una violación de derechos humanos ha sido impulsado por diversos movimientos y organizaciones. En 2020, el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de las Naciones Unidas condenó a España solicitando la adopción de medidas para prevenir estas prácticas y proteger los derechos de las mujeres.
En Europa, el Consejo de Europa emitió en 2019 la resolución 2306, que reconoce la violencia obstétrica y ginecológica como una forma de violencia de género y solicita a los Estados miembros que tomen acciones para erradicarla. Estos reconocimientos son pasos importantes para visibilizar el problema y promover cambios sistémicos en la atención sanitaria.
En España, aunque el Colegio de Médicos ha rechazado oficialmente el término "violencia obstétrica", otras instituciones como el Defensor del Pueblo y el Instituto de la Mujer han reconocido la existencia de estas prácticas y la necesidad de abordarlas. Este desacuerdo muestra la complejidad del problema y la necesidad de un diálogo continuo y de la actuación para garantizar que todas las mujeres reciban una atención respetuosa y de calidad.
El camino hacia el fin de la violencia obstétrica es largo y requiere la colaboración de múltiples profesionales. Sin embargo, con el compromiso, es posible crear un sistema sanitario que respete y proteja los derechos de todas las mujeres, ofreciéndoles la atención y el respeto que merecen en uno de los momentos más importantes y vulnerables de sus vidas.
Formaciones en obstetricia
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