Alimentación ambientalmente sostenible ¿Cómo podemos ayudar a la conservación con la comida?
El aumento de la población mundial supone uno de los mayores impactos a los que se enfrenta el medio ambiente. El consumo de recursos asociados a esta población, evidentemente, también está creciendo. A esto podemos añadir la producción de residuos...
Por tanto, podemos imaginar el sometimiento que sufre el medio a dichos impactos. ¿Es posible tener una actuación ambientalmente sostenible frente a esto? En este artículo vamos a ver cuáles son los principales impactos sobre el medio ambiente derivados del aumento de la demanda de alimentos, la manera que tenemos de reducirlos y cómo podemos formar parte de ello. Vamos a identificar los principios de la alimentación ambientalmente sostenible y los beneficios sobre el planeta y, por tanto, sobre todos nosotros.
Escrito por Francisco Navarro Martínez, licenciado en ciencias ambientales y docente del área de ciencias de INESALUD
Futuro … ¿verde?
Como todos sabemos, nos encontramos en un planeta que está sometido a un cambio global. Cambio que viene de la mano de un aumento de la población y de cómo esta actúa sobre el medio. Aumento de temperatura, especies invasoras o sobreexplotación de recursos son algunos de estos cambios. Y sobre este último es sobre el que nos centraremos.
Entendemos, como es evidente, que el aumento de la población va de la mano del aumento en el consumo de alimentos. A esto hay que añadir que también consumimos productos de todas partes del mundo. La especialización en el cultivo de un producto en algunas zonas para abaratar costes, así como la demanda de estos productos a lo largo del todo el año, son algunas de las exigencias que tenemos como población.
Por ejemplo, queremos disponer de tomates durante todo el año, pero no todo el año se dan las condiciones para disponer de tomates en la zona en donde vivimos. En consecuencia, esto tenemos que suplirlo de distintas maneras: cultivos en otras partes del mundo, con su transporte, o cultivos en invernadero. Lo mismo pasa si queremos aguacates u otro producto.
Podemos imaginar que estas prácticas de alimentación no son ambientalmente sostenibles del todo, ya que la ausencia de diversidad en los cultivos y el transporte, por poner dos ejemplos, no parece que sean recomendables. A esto podemos añadir la potencial sobreexplotación de recursos, abonados en exceso o la aplicación de fitosanitarios, con el fin de evitar las plagas asociadas a grandes extensiones de monocultivos.
Por tanto, cabe preguntarse si existe alguna alternativa de alimentación ambientalmente sostenible a todas estas prácticas.
¿Qué significa alimentarse de manera sostenible?
El problema son las necesidades; las necesidades asociadas a disponer de productos lejanos o que requieren de unas condiciones ambientales específicas. El problema son las grandes extensiones de monocultivos que son las responsables de que nosotros dispongamos de alimentos en todas partes, a precios razonables y fuera de la estación en la que debería de estar. El problema, claro está, es ambiental.
Para poder actuar, el primer paso sería conocerlo y, por supuesto, estar dispuestos a cambiar los hábitos. No es fácil, ni mucho menos.
Cambiar hábitos de consumo implica tomar decisiones. Por ejemplo, eligiendo alimentos de kilómetro cero. Es decir, aquellos productos locales y, a poder ser, de temporada.
Los alimentos que recorren largas distancias para llegar a nuestros platos generan emisiones de GEI y contribuyen a la contaminación y cambio climático. Consumir productos locales y de temporada reduce la huella de carbono de nuestra alimentación, apoya a las economías locales y nos permite disfrutar de alimentos frescos y con mejor sabor.
Los cultivos ecológicos, o aquellos que minimizan el uso de fitosanitarios innecesarios, también contribuyen a conseguir un sistema agrícola más sostenible. Esto, por otra parte, reduce las posibles fuentes de contaminación de suelos y aguas.
La ganadería intensiva es uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero, responsable de la deforestación masiva, la contaminación del agua y la degradación del suelo. Disminuir el consumo de carne, especialmente de carne roja, y optar por fuentes de proteína alternativas como legumbres, cereales integrales y frutos secos puede tener un impacto significativo en la reducción de la huella ambiental de nuestra alimentación.
Y, por último, hay que evitar el desperdicio de alimentos, porque se estima que un tercio de los alimentos que se producen en el mundo se desperdician. Reducir el desperdicio de alimentos es una forma sencilla pero efectiva de proteger el medio ambiente.
Y… ¿esto tiene sentido? ¿Esto tiene algún beneficio? ¡Por supuesto! Pero no solo al medio ambiente, sino también sobre la salud humana.
Este grupo de medidas puede ser partícipe directo de la lucha contra el cambio climático. Si la agricultura y la industria son unas de las principales fuentes de emisión de GEI, al reducir y controlar su consumo, va a contribuir directamente sobre el problema global.
Pero no solo eso, sino que también se va a reducir la contaminación sobre el medio ambiente y, como parece evidente, su impacto sobre el sistema. Lo mismo sucede con la biodiversidad, porque si fomentamos los cultivos heterogéneos, los sistemas serán menos vulnerables y también se fomentará la diversidad biológica.
Añadido a todo esto, y no menos importante, está lo relacionado con la salud y el bienestar humano. Unos mejores hábitos, además reducir el riesgo físico, también tiene repercusión positiva sobre la salud mental.
Con todo esto, podemos ver cómo la alimentación sostenible no solo resulta positiva para el medio ambiente, sino que también tiene un efecto sobre la salud y el bienestar.
Actúa local, resultado ¿global?
El cambio global nos repercute a todos. Es importante ser conscientes de los diversos problemas que vamos a tener, pero también sobre las causas. En esto, la producción de alimentos y el consumo desmedido, así como la necesidad de disponer de ellos durante todo el año, suponen un impacto negativo sobre el medio.
Por tanto, conocer la situación y las causas va a ser de vital importancia para poder combatirlo. Habría que cambiar algunos hábitos y necesidades, pero estas no deberían de afectar a nuestro bienestar. Al menos de manera negativa. Es más, probablemente los cambios sean a mejor.
Acciones como las de consumir productos locales y de temporada suelen ser sencillos de llevar a cabo y tienen un impacto positivo muy potente. Lo mismo con la compra de productos envasados.
La conservación del medio ambiente es un tema que nos afecta a todos de manera directa, por tanto, no debemos de mirar para otro lado y tenemos que actuar de una forma contundente.
Actúa local para que el resultado sea global.
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