Desentrañando la conexión entre las toxinas ambientales y el linfoma en perros  

linfoma en perros

Los perros se han convertido en una parte fundamental de millones de familias en el mundo. ¡Con su compañía y afecto alegran nuestra vida! Por esta razón, cada día hay una mayor preocupación por garantizar su calidad de vida. En este artículo hablaremos del linfoma en los perros y de cómo recientes investigaciones lo han relacionado con la contaminación del ambiente. 


Escrito por Francisco Javier Gutiérrez Pecharromán - Director de Investigación de la Universidad Europea Miguel de Cervantes


Comencemos con una historia. Imagina a un perro, llamémosla Bella, una enérgica golden retriever que adora jugar a buscar en el parque y acurrucarse a los pies de su dueño al final del día. El mundo de Bella está lleno de alegría, compañía y la ocasional persecución de ardillas. Pero bajo la superficie de esta existencia idílica, se esconde un enemigo invisible: las toxinas ambientales.

La investigación reciente ha comenzado a iluminar una posible conexión entre estas toxinas y la incidencia de linfoma en perros. Se trata de una conexión que podría tener profundas implicaciones para nuestra comprensión de la salud canina. 

El linfoma, un tipo de cáncer que afecta al sistema linfático, es el cáncer hematopoyético más común en perros. Comparte una superposición significativa con el linfoma no Hodgkin en humanos, lo que lo convierte en un modelo relevante para entender esta enfermedad en ambas especies.

Aunque la causa exacta del linfoma canino sigue siendo un misterio, un creciente cuerpo de evidencia sugiere que los factores ambientales pueden desempeñar un papel en el desarrollo de la enfermedad, contribuyendo potencialmente al proceso de linfomagénesis. 

Ciertas razas, incluyendo los Golden Retrievers, Boxers, Rottweilers, Terriers Escoceses, Basset Hounds, Cocker Spaniels, Pastores Alemanes, Airedales, Bulldogs y Caniches, son más propensos a desarrollar linfoma, lo que sugiere un componente genético en la enfermedad. Sin embargo, el linfoma puede ocurrir en perros de cualquier raza y edad, aunque se ve con más frecuencia en perros de mediana a avanzada edad. 

Una toxina ambiental que se ha implicado en el desarrollo del linfoma es el benceno. Este carcinógeno se encuentra en varias fuentes, incluyendo los vapores de pintura y el humo del tabaco. En humanos, la exposición al benceno se ha vinculado a un mayor riesgo de leucemia linfoblástica aguda (LLA), una enfermedad caracterizada por la rápida proliferación de células progenitoras linfoides poco diferenciadas.

Los mecanismos que hacen que el benceno sea un factor de riesgo para la LLA en humanos podrían aplicarse potencialmente a los perros, lo que sugiere que nuestros compañeros caninos pueden estar en riesgo por las mismas amenazas ambientales que nosotros. 

Un estudio reciente financiado por la Morris Animal Foundation y realizado por investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison añade otra capa a este complejo problema. El estudio analizó muestras de sangre y orina de 60 golden retrievers diagnosticados con linfoma y los comparó con un grupo de control de 60 perros sanos de la misma edad y sexo. Los investigadores encontraron que la exposición a ciertos herbicidas, como el 2,4-diclorofenoxiacético (2,4-D) y el glifosato, se asociaba con un mayor riesgo de linfoma en perros. También se encontró que el daño al ADN en los glóbulos blancos estaba relacionado con la exposición a estos herbicidas. 

Estos hallazgos sugieren que debemos ser cautelosos con el uso de herbicidas en los entornos donde nuestros perros viven y juegan. Los investigadores recomiendan evitar el empleo de herbicidas en los céspedes, ya que algunos se han vinculado al cáncer de vejiga y al linfoma tanto en humanos como en perros. También esperan identificar otros factores de riesgo modificables para el linfoma canino y ayudar a los dueños de perros a minimizar la exposición a sustancias químicas que causan cáncer. 

Sin embargo, la conexión entre las toxinas ambientales y el linfoma en perros aún no se comprende completamente. La evidencia actual es sugerente más que concluyente, y se necesita más investigación para establecer un vínculo definitivo. Pero las implicaciones de esta posible conexión son significativas. Si las toxinas ambientales contribuyen al desarrollo del linfoma en perros, subrayaría la importancia de mantener un ambiente limpio y saludable para nuestras mascotas. También podría conducir a nuevas estrategias para prevenir y tratar esta forma común de cáncer canino. 

¿Cuál es el tratamiento para el linfoma en perros?

Cuando se trata de tratamiento, la quimioterapia es a menudo la primera línea de defensa contra el linfoma en perros. Las quimioterapias combinadas, que involucran más de un medicamento, tienen mejores tasas de remisión y duración de la remisión que la quimioterapia de un solo agente. Los agentes de quimioterapia comúnmente utilizados incluyen L-asparaginasa, vincristina, ciclofosfamida, doxorrubicina y prednisona. El linfoma de bajo grado puede ser tratado con quimioterapia oral, como clorambucil y prednisona. 

Aunque la quimioterapia puede ser abrumadora para los dueños de mascotas, es importante recordar que está destinada a preservar la calidad de vida de los perros. Los perros tienden a tolerar mejor la quimioterapia que los humanos, y si tu perro está teniendo efectos secundarios, tu veterinario alterará el protocolo u ofrecerá medicamentos adicionales para asegurarse de que se sienta bien. 

Mientras tanto, es fundamental recordar que la detección temprana y el tratamiento pueden mejorar significativamente los resultados para los perros con linfoma. Si notas algún cambio en la salud o el comportamiento de tu perro, no dudes en consultar con un veterinario. Los chequeos regulares y la atención preventiva también pueden ayudar a mantener a tu perro saludable y reducir su riesgo de desarrollar linfoma. 

Este enemigo invisible puede ser formidable, pero con la investigación continua y el cuidado proactivo, podemos ayudar a proteger a nuestros compañeros caninos de su alcance.

La historia de Bella, y los innumerables otros perros como ella, no es solo un relato de peligro potencial, sino también de esperanza. Es un recordatorio del poder de la ciencia para iluminar las amenazas ocultas en nuestro mundo y guiarnos hacia soluciones. Y es un testimonio del vínculo duradero entre humanos y perros, un vínculo que nos impulsa a buscar el mejor cuidado posible para nuestros amigos de cuatro patas. 

Referencias

  1. Marconato, L., Gelain, M., & Comazzi, S. (2013). The dog as a possible animal model for human non-Hodgkin lymphoma: a review. 

  1. Zandvliet, M. (2016). Canine lymphoma: a review. 

  1. Huang, F., Liao, E., Li, C. L., Yen, C., & Yu, S. J. (2020). Pathogenesis of pediatric B-cell acute lymphoblastic leukemia: Molecular pathways and disease treatments. 

  1. Morris Animal Foundation. (2023). Unraveling the Link Between Environmental Toxins and Lymphoma in Dogs. 

  1. Great Pet Care. (2023). Lymphoma in Dogs: Symptoms, Causes, and Treatments. 

 

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