Glaucoma, una enfermedad visual silenciosa

Glaucoma

El glaucoma es una enfermedad ocular crónica que afecta al nervio óptico y puede provocar daño irreversible en el campo visual si no se trata adecuadamente. Uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo y progresión del glaucoma es la elevación de la presión intraocular (PIO).

La presión intraocular se mide en milímetros de mercurio (mmHg) y es el resultado del equilibrio entre la producción y el drenaje del humor acuoso, un líquido claro que llena la cámara anterior del ojo. Cuando este equilibrio se ve alterado y hay una acumulación de fluido, la presión intraocular aumenta, lo que puede causar daño al nervio óptico y eventualmente resultar en glaucoma. 


Escrito por María Belén del Río Sánchez, bióloga y médica docente del área de medicina de INESALUD.


Factores que influyen en el desarrollo del glaucoma 

Aunque la elevación de la presión intraocular es el principal factor de riesgo y el único factor modificable para el glaucoma, existen otros elementos que también pueden contribuir a su desarrollo y progresión. Por ejemplo, la predisposición genética al glaucoma se ve reflejada en los antecedentes familiares de la enfermedad, lo que aumenta el riesgo de desarrollarla.

Además, las personas con miopía, especialmente si es de grado elevado, también tienen un mayor riesgo de padecer glaucoma debido a posibles diferencias en la estructura del ojo que afectan el drenaje del humor acuoso.

La raza negra o afrodescendiente presenta un mayor riesgo de glaucoma, especialmente de ciertos subtipos como el glaucoma de ángulo cerrado. El riesgo de glaucoma aumenta con la edad, siendo más común en personas mayores de 60 años. Además, ciertas condiciones médicas como la diabetes, la hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares pueden incrementar la probabilidad de desarrollar esta enfermedad ocular. 

Tipos de glaucoma 

Existen varios tipos de glaucoma, cada uno con características distintas en cuanto a su causa, presentación clínica y manejo. 

Glaucoma de ángulo abierto (crónico)

Es la forma más frecuente de glaucoma y se caracteriza por un ángulo de drenaje del humor acuoso abierto y amplio, pero con una obstrucción en el sistema de drenaje que dificulta el flujo normal del líquido. Esto resulta en un aumento gradual de la presión intraocular y daño progresivo del nervio óptico.

El glaucoma de ángulo abierto suele ser asintomático en sus etapas iniciales y puede pasar desapercibido hasta que produce pérdida de la visión periférica. 

Glaucoma de ángulo cerrado (agudo)

Esta forma de glaucoma se produce cuando el ángulo de drenaje del humor acuoso se estrecha repentinamente, lo que ocasiona un bloqueo súbito del flujo del líquido y un aumento rápido de la presión intraocular. Esto puede desencadenar un ataque agudo de glaucoma con síntomas como dolor ocular intenso, visión borrosa, náuseas y vómitos. El glaucoma de ángulo cerrado es una emergencia médica que requiere atención inmediata para prevenir daño irreversible a la visión. 

Glaucoma de ángulo estrecho o estrechamiento angular

Es una forma intermedia entre el glaucoma de ángulo abierto y el glaucoma de ángulo cerrado. En esta condición, el ángulo de drenaje es estrecho, pero no completamente cerrado, lo que puede causar un aumento crónico y lento de la presión intraocular. Los síntomas pueden ser similares a los del glaucoma de ángulo abierto, pero también pueden incluir episodios de aumento agudo de la presión intraocular. 

Glaucoma congénito

Se refiere a cualquier forma de glaucoma que está presente al nacer o se desarrolla en la infancia temprana debido a anomalías en el desarrollo del sistema de drenaje del humor acuoso. Puede ser primario, donde no hay una causa identificable, o secundario, donde está asociado con otras condiciones congénitas o enfermedades oculares. 

Glaucoma de tensión normal

En este tipo de glaucoma, el daño del nervio óptico y la pérdida de la visión ocurren a pesar de tener una presión intraocular dentro del rango normal. La causa subyacente de este tipo de glaucoma aún no está completamente comprendida, pero se cree que puede estar relacionada con la sensibilidad del nervio óptico a la presión intraocular o con otros factores de riesgo vascular. 

Diagnóstico del glaucoma 

El diagnóstico del glaucoma se realiza en la consulta de oftalmología mediante varias pruebas especializadas. La tonometría, que mide la presión intraocular, es fundamental, pero una presión por encima de 21 mmHg no siempre indica glaucoma, por lo que se requieren otras pruebas para confirmar el diagnóstico.

La paquimetría evalúa el grosor corneal, lo que influye en la medición de la presión intraocular. La gonioscopia examina el ángulo camerular, determinando el tipo de glaucoma.

La oftalmoscopía permite evaluar el nervio óptico y detectar cambios asociados al glaucoma, mientras que la campimetría evalúa el campo visual para determinar la extensión del daño.

La tomografía de coherencia óptica (OCT) proporciona imágenes detalladas del nervio óptico y la mácula, siendo útil para el diagnóstico temprano y seguimiento del glaucoma. Estas pruebas, complementadas en algunos casos con otras, son cruciales para el diagnóstico preciso y seguimiento del glaucoma. 

Tratamiento del glaucoma 

El tratamiento del glaucoma se enfoca en reducir la presión intraocular, adaptándose al grado de la enfermedad y la presión ocular del paciente. Se consideran diversas opciones según el caso: el tratamiento médico, que utiliza colirios para disminuir la presión, es la primera línea de tratamiento.

El tratamiento láser, como la iridotomía, se emplea para prevenir ciertos tipos de glaucoma y puede causar molestias temporales y ligera visión borrosa; y el tratamiento quirúrgico, reservado para casos graves o cuando otros tratamientos no son efectivos, busca facilitar el drenaje del humor acuoso o reducir su producción mediante cirugías como la trabeculectomía o el implante de válvulas.

Estas intervenciones requieren un seguimiento cuidadoso y reposo postoperatorio para controlar la presión intraocular y asegurar una adecuada recuperación

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