La neurociencia del baile: ¿Cómo funciona tu cerebro ante el ritmo?

neurociencia del baile

El baile es una expresión artística que ha acompañado al comportamiento humano desde siempre. Desde los rituales antiguos hasta las fiestas contemporáneas, el movimiento del cuerpo al ritmo de la música ha sido una forma de comunicación, celebración y conexión. Pero, ¿alguna vez te has preguntado qué sucede en nuestro cerebro cuando bailamos? La neurociencia del baile nos ofrece un interesante campo de estudio científico para entender los procesos mentales y físicos detrás de esta actividad. 


Escrito por Nerea Martín Pavón, química y docente del área de ciencias de INESALUD. 


El poder del ritmo en el cerebro 

El ritmo es una parte fundamental del baile. Cuando escuchamos música, nuestro cerebro entra en un estado de sincronización con el ritmo, lo que se conoce como "entrainment" en inglés. Esto significa que nuestras ondas cerebrales, de las que ya hablamos anteriormente, especialmente las asociadas con la percepción del sonido, comienzan a oscilar al mismo ritmo que la música. Este fenómeno es tan poderoso que incluso puede ocurrir en personas con discapacidad auditiva, quienes pueden experimentar el ritmo a través de otras formas sensoriales, como la vibración. 

Los estudios de neuroimagen han revelado que cuando estamos bailando, varias regiones del cerebro están activas simultáneamente. Por ejemplo, el cerebelo, que es responsable del control motor, y el sistema límbico, que está involucrado en las emociones, trabajan juntos para coordinar nuestros movimientos y nuestras respuestas emocionales a la música. El baile literalmente sincroniza nuestro cerebro y nuestro cuerpo en armonía con el ritmo. 

El papel de la dopamina y la serotonina  

Además del aspecto físico del baile, también hay una influencia química en juego. Cuando bailamos, nuestro cerebro libera neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, conocidos como las "hormonas de la felicidad". Estas sustancias químicas están asociadas a sensaciones de placer, bienestar y euforia. 

La dopamina, en particular, se libera en mayores cantidades cuando estamos experimentando placer sensorial y emocional, como al escuchar música que nos gusta o al estar en compañía de otras personas. Cuando bailamos, esta liberación de dopamina refuerza la sensación de disfrute y nos motiva a seguir moviéndonos al ritmo de la música. 

Por otro lado, la serotonina juega un papel crucial en la regulación del estado de ánimo y la ansiedad. Bailar puede aumentar los niveles de serotonina en el cerebro, lo que puede ayudar a reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo. De hecho, ciertos estudios han demostrado que el baile regular puede ser una forma efectiva de combatir la depresión y la ansiedad. 

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Estimulación de la conectividad cerebral  

Cuando nos entregamos al ritmo de la música y ejecutamos movimientos coordinados, estamos activando múltiples regiones cerebrales de manera simultánea. Estudios de neuroimagen funcional han demostrado que el baile aumenta la conectividad entre diferentes áreas del cerebro, incluidas aquellas responsables del procesamiento sensorial, la percepción del movimiento y la coordinación motora. 

Esta estimulación neuronal intensiva promueve el crecimiento de nuevas conexiones sinápticas y refuerza las existentes, lo que se traduce en una mejora significativa de las funciones cerebrales cognitivas y motoras. En esencia, el baile entrena al cerebro de manera similar a como lo haría un entrenamiento físico intenso, fortaleciendo las conexiones neuronales y mejorando la eficiencia del procesamiento cerebral. 

El impacto del baile en la plasticidad cerebral  

La plasticidad cerebral se refiere a la capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar a lo largo de la vida en respuesta a la experiencia. El baile es una forma poderosa de estimular la plasticidad cerebral, ya que requiere aprender nuevas habilidades motoras, coordinación y memoria coreográfica. 

Cuando aprendemos una nueva rutina de baile o practicamos movimientos complejos, estamos desafiando a nuestro cerebro de manera similar a como lo haríamos al resolver un rompecabezas o aprender a tocar un instrumento musical. Estos desafíos estimulan el crecimiento de nuevas conexiones neuronales y refuerzan las existentes, lo que puede mejorar nuestra agilidad mental y nuestra capacidad de aprendizaje en general. 

Además, el baile también puede ayudar a preservar la salud cognitiva a medida que envejecemos. Numerosos estudios han demostrado que las personas que participan regularmente en actividades físicas y mentales desafiantes, como el baile, tienen un menor riesgo de desarrollar demencia y otros trastornos neurológicos o neurodegenerativos. 

En resumen, la neurociencia del baile nos ofrece una visión de los procesos mentales y físicos que ocurren cuando nos entregamos al ritmo de la música. Desde la sincronización cerebral hasta la liberación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, el baile tiene un impacto profundo en nuestra mente y nuestro cuerpo. 

Al comprender mejor estos mecanismos neurocientíficos, podemos apreciar aún más los beneficios del baile para nuestra salud mental y emocional. 

Así que la próxima vez que te encuentres moviéndote al ritmo de tu canción favorita, ya sea hip hop o rock and roll, recuerda que no solo estás divirtiéndote, también estás nutriendo tu cerebro. 

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Referencias

1. Koch, S. C., Kunz, T., Lykou, S., & Cruz, R. F. (2014). Effects of dance movement therapy and dance on health-related psychological outcomes: A meta-analysis. The Arts in Psychotherapy, 41(1), 46–64. https://doi.org/10.1016/j.aip.2013.10.004 

2. Erickson, K. I., Gildengers, A., & Butters, M. A. (2013). Physical activity and brain plasticity in late adulthood. Dialogues in Clinical Neuroscience, 15(1), 99–108. https://doi.org/10.31887/dcns.2013.15.1/kerickson 

3. Brown, S., Martínez, M. J., & Parsons, L. M. (2005). The neural basis of human dance. Cerebral Cortex, 16(8), 1157–1167. https://doi.org/10.1093/cercor/bhj057 

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