Microbiota y edulcorantes: ¿endulzan o deterioran la salud?
¿Estás buscando una forma de satisfacer tu gusto por lo dulce sin sumar calorías adicionales? Los edulcorantes parecen ofrecer la solución perfecta, pero, ¿son realmente seguros? En este artículo, abordaremos la relación entre microbiota y edulcorantes. Si estás interesado en conocer la verdad detrás del sabor dulce, aparentemente inofensivo, sigue leyendo. ¡Podría cambiar tu forma de ver los edulcorantes!
Escrito por Cristina García Serrano, nutricionista y docente del área de nutrición de INESALUD.
En la actualidad, se utilizan de forma muy frecuente los edulcorantes para dar sabor dulce a los alimentos, en sustitución de los azúcares simples, pero sin proporcionar energía. Sin embargo, hay números datos que demuestran que pueden ocasionar desequilibrios metabólicos, como cambios en la microbiota intestinal.
La Organización Mundial de la Salud recomienda a los adultos sanos reducir el consumo de azúcar al 5% de la ingesta calórica diaria, es decir, 25 gramos al día. Esto motivó a la población a aumentar el consumo de alimentos sin azúcar o, lo que es lo mismo, alimentos con edulcorantes, ya que tienen un sabor dulce y un escaso impacto sobre la ingesta energética.
Y aunque los edulcorantes están sujetos a controles por los distintos organismos encargados de la Seguridad Alimentaria, que garantizan que son seguros y bien tolerados, sus efectos sobre la salud es un tema controvertido, debido a la falta de evidencia.
¿Qué son los edulcorantes?
Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, la definición de edulcorantes es la siguiente:
"Son un tipo de aditivos alimentarios, regulados, que están sujetos a una evaluación de seguridad antes de autorizar su salida, por lo que son productos seguros y que se utilizan para endulzar los alimentos y como edulcorante de mesa".
En el caso de la Unión Europea, son la Comisión Europea, el Parlamento y el Consejo, los encargados de regular el uso de aditivos alimentarios. Y todos estos aditivos alimentarios se incluyen en las listas de ingredientes de las etiquetas de los productos. Estos deben identificar tanto la función del aditivo alimentario en el producto terminado (es decir, edulcorante) como la sustancia concreta, usando la letra E seguido del número o a su nombre
En función de su origen, pueden ser clasificados como naturales o sintéticos y en función de su aporte energético, se pueden clasificar como calóricos o no calóricos.
Como edulcorantes calóricos encontramos la glucosa, la fructosa, la lactosa, polialcoholes (xilitol, eritritol, manitol, lactitol, sorbitol, maltitol e isomalt), jarabe de maíz alto en fructosa, la dextrosa, el azúcar invertido, miel y melaza. La mayoría de estos se encuentran de forma natural en algunos alimentos y el resto se obtienen de manera artificial realizando modificaciones en la estructura de algún hidrato de carbono, así obtenemos la clasificación de edulcorantes naturales o sintéticos.
Y en cuanto a los edulcorantes no energéticos, se encuentran las sustancias que tienen sabor dulce, pero no aportan energía y son la sacarina, el aspartamo, el acesulfamo-K, la sucralosa, estevia, neotame, Luo Han Guo y el advantame.
Intestino delgado: interacción entre edulcorantes y microbiota
El intestino delgado es el encargado de recibir los nutrientes ya digeridos por el estómago, los absorbe de forma que puede metabolizarlos para proporcionar energía al organismo.
Pero además de participar en el sistema digestivo, el intestino también participa en tareas del sistema inmunológico con una respuesta local. Esto se logra gracias a la presencia del tejido linfoide asociado al intestino, que se encuentra encapsulado en las placas de Peyer y de manera difusa en la lámina propia del intestino.
Estas estructuras están separadas de la luz intestinal por las células epiteliales, que conforman una barrera protectora y facilitan la interacción entre las placas de Peyer y el microbiota, lo que permite realizar el trasporte de macromoléculas y microorganismos.
En el intestino delgado, la composición de la microbiota y la estimación del sistema inmunológico está influenciado por el tipo y la proporción de nutrientes.
Ahora que ya sabemos un poco más sobre su funcionamiento, cabe destacar que hay varios estudios que han sugerido que pueden existir vínculos entre el consumo de edulcorantes artificiales no calóricos con cambios en el perfil metabólico, como puede ser en la sensibilidad a la glucosa, hemoglobina, tolerancia a la glucosa…
Y por supuesto, pueden darse cambios en la microbiota intestinal y trastornos funcionales del sistema gastrointestinal como el síndrome del intestino irritable, dispepsia, estreñimiento, enfermedad por reflujo gastroesofágico y diarrea.
Esto sucede porque algunos edulcorantes provocan un aumento de incretinas, que son unas hormonas producidas por el intestino que se liberan en respuesta a la ingestión oral de nutrientes, sobre todo de hidratos de carbono, y aumentan la liberación de insulina. Esto tiene como resultado una disminución de la motilidad intestinal en la región antro-duodeno-yeyunal y una inhibición al complejo motor migratorio.
Y la disbiosis intestinal debida a la alteración de la microbiota fomenta la inflamación y modifica la motilidad intestinal, lo que permite que proliferen microorganismos patógenos como las Enterobacterias o Clostridium. Este desequilibrio altera el control de los patógenos, la motilidad intestinal, la inmunitaria, así como el metabolismo de nutrientes, entre otras complicaciones.
El consumo excesivo de edulcorantes no solo se ha relacionado con una alteración de la microbiota, sino otros riesgos para la salud. Por ejemplo, con el riesgo de cáncer o con el aumento del apetito y, con ello, del peso corporal. Esto, a su vez, con enfermedades crónicas como diabetes o patologías cardiovasculares.
Pero no hay ninguna evidencia, en la actualidad, que confirme estos resultados, solo son planteamientos teóricos.
Por lo tanto, podemos concluir que el consumo de edulcorantes se ha disparado en los últimos años, y cada vez es más común verlo en una gran variedad de alimentos. Esto se ha debido a que son poco calóricos y encima permiten no renunciar al sabor dulce del clásico azúcar.
Y su consumo es seguro, pero es necesario determinar la cantidad de edulcorantes en los alimentos y vigilar el consumo de la población, para seguir realizando estudios que nos muestren evidencia más contundente de su consumo.
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